Consagrémonos al Corazón de Jesús
Celebremos esta Fiesta en familia
La Iglesia conmemora el Sagrado Corazón de Jesús, el día 24 de junio, para que lo veneremos, para sentirnos profundamente amados con la imagen de su corazón, que entrega infinita bondad hacia la humanidad. La razón del nacimiento de esta fiesta es, justamente, para sentirnos amados por Jesús, por su ardiente corazón.
Cómo comunidad queremos invitar a las familias a consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús y, en forma especial, a los matrimonios a renovar sus votos matrimoniales, el 24 de junio, a las 19:30 hrs. en el Colegio Cordillera.
Sobre el Sagrado Corazón de Jesús
Su imagen nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida. (1)
Nuestro Párroco, Padre Pedro, siempre nos recuerda que el Sagrado Corazón debe ser nuestra referencia de lo que es el amor y el lugar preferencial en donde se vive es en la familia y en el matrimonio.
Las familias celebran este día consagrándose a Él y los matrimonios, renovando sus promesas matrimoniales, esa alianza que hicieron entre ellos y Dios para que los guíe, los cuide y los proteja en su vocación matrimonial.
Recemos en familia
Oración inicial del Mes del Sagrado Corazón
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las
inefables muestras de amor que me has dado y las
sublimes lecciones que me enseña de continuo tu
adorable Corazón, te pido humildemente la gracia de
conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo
para hacerme digno de las mercedes y bendiciones
que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito
de ti como el mendigo de la limosna! ¡Mira que soy
muy rudo, soberano Maestro, y necesito de tus divinas
enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira
que soy muy débil y caigo a cada paso, poderoso
amparo de los frágiles, y necesito apoyarme en ti para no desfallecer!
Sé todo para mí, Sagrado Corazón; socorro de mi
miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos,
remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De
ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste
y convidaste, cuando con tan tiernos acentos dijiste
repetidas veces en el Evangelio: “Vengan a mí,
aprendan de mí, pidan, llamen…”. A las puertas de tu
Corazón vengo, pues hoy, y llamo y pido y espero.
Del mío te hago, ¡oh Señor!, firme, formal y decidida
entrega. Tómalo tú, y dame a cambio lo que sabes
me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad.
Amén. (2)
(1) Catholic.net
(2) Pastoral.uc.cl