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¿Qué es una indulgencia plenaria?

Abre tu corazón a la misericordia de Dios

Este 2025 se nos invita a reavivar nuestro corazón y crecer en la esperanza, experimentando especialmente el perdón y la misericordia de Dios por medio del Sacramento de la Confesión y la obtención de indulgencias.

Participa de este verdadero regalo de gracia que es la indulgencia plenaria, mediante la cual la Iglesia nos concede la remisión total de la pena temporal correspondiente a nuestros pecados ya perdonados.

En este Año Jubilar existen diversos actos enriquecidos con indulgencias que podemos ganar y aplicar por nosotros o por nuestros difuntos cada día.

Peregrinar a los templos jubilares, oír Misa allí o participar del rezo del Santo Rosario, del Oficio Divino o del Via Crucis, son algunas acciones. También, orar ante el Santísimo Sacramento, rezar un Padrenuestro, recitar el Credo o alguna oración mariana.

La Penitenciaria Apostólica también indica que es posible ganar indulgencias en este Jubileo realizando obras de misericordia corporales y espirituales, así como también, participar de misiones populares, visitar enfermos, encarcelados o ancianos, abstenerse de distracciones banales, ayunando los viernes, donando dinero a los pobres, ayudando en obras de caridad en defensa de la vida o participando de algún voluntariado.

Revisa el documento completo sobre la concesión de Indulgencias durante el Jubileo Ordinario del Año 2025, AQUÍ

Realizar alguna de estas obras no es suficiente para ganar una indulgencia plenaria cada día, debemos cumplir además con las condiciones habituales de:

1.— Estar bautizado

2.— Tener intención de ganar la indulgencia

3.— Cumplir íntegramente la obra prescrita

4.— Estar en estado de gracia (habernos confesado recientemente y tener rechazo de todo pecado, incluso venial)

5.— Comulgar (en la víspera del mismo día o dentro de la octava que sigue)

4.— Recitar alguna oración por las intenciones del Papa que son: la exaltación de la Iglesia Católica, la extirpación de las herejías, la propagación de la fe, la conversión de los pecadores, la paz y concordia de los gobernantes cristianos.

Pero ante todo, abramos el corazón a una auténtica búsqueda de reconciliación y misericordia, que solo el perdón de Dios nos brinda.  Pues la verdadera conversión es un cambio de corazón que se manifiesta en las acciones. 

Aprovechemos este tesoro que nos otorga la Iglesia en este Año Jubilar, y dejémonos sanar por Jesús.

“Si se está apenado, Jesús regocija; si se está tentado, Él ayuda; si se está herido, Él cura” - San Francisco de Sales 

Foto portada: Templo Jubilar Zona Cordillera - Parroquia Nuestra Sra. del Rosario